Artículo de opinión sobre la medicina actual
En los últimos años se evidencia un gran
crecimiento técnico y científico que resulta de gran utilidad para la medicina. Sin embargo, también se
objetiva un detrimento en la calidad de atención en lo que respecta a la dedicación
de tiempo, a la escucha atenta y al examen físico. Lo que se observa es un
desequilibrio entre el desarrollo científico y emocional, que repercute de
manera negativa en la población atendida.
No parece ser que el desequilibrio sea
consecuencia del importante desarrollo científico, sino más bien de la falta de
entusiasmo por parte de los médicos para permanecer un tiempo prudencial con el
enfermo. Las razones pueden ser múltiples: sobrecarga laboral, burnout, déficit remunerativo, multitasking,
ausencia de empatía o bien una personalidad no acorde con la profesión o con la especialidad elegida.
En este sentido, he recopilado algunas
frases que repiten con frecuencia los pacientes, y que dejan al descubierto ciertas
prácticas (no realizadas) de la medicina actual y a nosotros, los médicos:
“El
doctor no me miraba a los ojos, solo miraba su computadora, escribía y miraba
su celular”
“La
doctora no me revisó, ni siquiera me tomo el pulso; me dijo que me haga este
electro y que volviera”
“El
doctor no me explicó nada; me dijo que tomara esta pastilla durante quince días
y me derivó a otro médico”
“El
doctor no me preguntó qué remedios tomaba y, cuando quise comentarle, me
respondió: -bueno, bueno, pero ahora, ¿qué lo trae por aquí? ¿por qué lo manda
su doctora??
“Qué
raro! la doctora nunca me toma la
presión, y sabe que tomo remedios para la presión alta.”
“Quise
contarle al doctor mi historia y desde cuándo empecé con este problema,
mostrarle todos mis estudios, pero me interrumpió con un “no hace falta,
repetimos todo y listo!”
“El
doctor me dijo que no fumara más, que no tomara pastillas para dormir, que no
comiera grasa, que no tomara nada de alcohol, pero todo junto no puedo, y
tampoco me explicó cómo lograrlo”
“El
doctor me dijo que volviera cuando bajara
veinte kilos, si no, que no me quería ver más”
“La
doctora me dijo que descansara a la hora de la siesta, y que comiera a horario,
pero ella estaba apurada y no me dejó contarle que soy el único sostén de la
casa, y aunque jubilada, debo seguir trabajando”
“Fui
cuatro veces a verlo al doctor, y ayer me sorprendió cuando me dijo: ¿Es la
primera vez que te veo, no?”.
“Me
sacaron tres veces sangre, porque me pidieron análisis, con quince días de
diferencia, el endocrinólogo, la nutricionista y el médico de cabecera. El
bioquímico me dijo que era todo lo mismo!”
Falta de comunicación entre los colegas,
falta de coordinación, de atención, desinterés y, sobre todo, falta de
vehemencia a la hora de realizar nuestro trabajo, es lo que lleva a los
comentarios de los pacientes.
Afortunadamente, aunque en minoría, existen
colegas que se ponen al lado y del lado del paciente, que escuchan, que miran a
los ojos, que respetan los silencios, que revisan, que explican clara y genuinamente,
tranquilizando al paciente, logrando excelentes resultados.
Por supuesto, este escrito no viene a aportar ningún descubrimiento; solo intenta
llamar a la reflexión: muchas veces es la actitud, la presencia, el verdadero
interés por el otro, el conocimiento bien aplicado y en especial, y simplemente,
la pasión puesta día a día en esta maravillosa tarea de ser médicos.